Guante negro, guante blanco fue una instalación realizada en la Plaza de Santa María, enclave en el que se encuentran la catedral de Lugo, la sede del Obispado y la sede central de lo que entonces era Caixagalicia. Un enclave que fue elegido deliberadamente para esta acción. Tuvo lugar el 25 de noviembre de 2005 y consistió en la instalación en el suelo de la plaza de 30.000 pares de guantes: quince mil negros y quince mil blancos. La mitad de dichos guantes habían sido pintados a mano por un grupo de voluntarios, dado que ninguna empresa local quiso teñirlos de negro. La intención de esta obra era plantar un debate público acerca de la violencia física y la violencia simbólica que se ejerce contra las mujeres, simbolizadas ambas en los guantes negros y blancos, respectivamente. Los guantes fueron colocados en toda la superficie de la plaza por un grupo de mujeres asociadas para lograr salir de la prostitución. Además se disponía de varios cuadernos en los que las personas que así lo deseaban escribían sus impresiones sobre la violencia hacia las mujeres. Se recogieron a lo largo del día más de doscientos testimonios. Una entrañable aportación popular al proyecto. La Concellaría de Muller e Benestar Social del Concello de Lugo auspició esta obra, que resultó ser portada del diario El País, el 26 de noviembre de 2005.
Ese día de noviembre transcurrió particularmente frío y lluvioso, hecho que no amedrentó a las voluntarias ni a las personas que se acercaban a participar de uno u otro modo. El efecto plástico con el correr del día y el aguanieve resultó muy bello.
Una vez desinstalada la obra, recuperados los guantes, se procedió a su venta al simbólico precio de 1€. Todo lo recaudado fue entregado personalmente a la representante de la Asociación La Luciérnaga, de Guatemala. La sede de dicha asociación de mujeres en lucha contra la violencia de género había sido incendiada poco tiempo atrás.
Esta obra tuvo una notable repercusión mediática y aparece en el libro Estéticas del borde, prácticas artísticas y violencia contra las mujeres en América Latina de la investigadora Claudia Mandel Katz, editado por la Universidad de Costa Rica.
Agradezco a todas y cada una de las mujeres de ese grupo que instaló los guantes y contribuyó a una catarsis personal y colectiva, así como a la artista Ana Costas y a mi hija Aymará Ghiglione que nos acompañaron durante todo el proceso.